Dulce es la vida si se sabe amarla, y degustarla en sus grandes momentos y en sus íntimas satisfacciones, como la de ser justos, tolerantes y humildes. Es en esa dimensión que sitúo a las gentes inmigrantes que poblaron nuestro suelo hace un tiempo atrás. Nos dieron la firmeza y el coraje de los que luchan por sus sueños, y vaya si los encontraron en una tierra amable frente al mar con esa mirada entre tristona y asombrada de nuestro pueblo.
De la sencilla semilla cada uno hace una planta o un bosque, la diferencia no está en la luna y su menguante, ni en el riego importante, la diferencia está en las ganas que cada uno le pone a su propia vida. Hoy más que nunca la vigencia de los valores que heredamos de quienes nos precedieron en el camino, es determinante en nuestro presente y futuro.
Venimos de un país que parecía un pueblo, unos barrios en los que vivían gentes que parecían familia; unas familias indestructibles en las que los problemas de uno eran los de todos. Donde la alegría se compartía llamando a los gritos a los vecinos para compartir la boda, el nacimiento, el trabajo y la fortuna.
Recordamos aquellos carnavales en los que todos se disfrazaban, grandes y chicos, viejos y jóvenes, aquellos "corsos" vecinales donde el baldázo de agua era el pasaporte obligado para integrarse a la algarabía.
Esos atardeceres junto a un río; que manso pero persistente perfila su sinuosa figura todo a lo largo de nuestro territorio delineando la silueta y el nombre, como salido de una épica epopeya; mientras contempla la sombra de miles de sauces que acarician dulcemente sus aguas, cual si quisieran remando así blandamente llegar a alguna comarca perdida de los tiempos.
Esas campiñas de pasturas crecidas, con las mansas vacas pastando eternamente, esos lentos cerros que se acercan y se alejan con el mismo paso cansado del arriero, que levanta su mano en señal de saludo al que pasa, "a pié" en auto, camión, o bicicleta.
Los durazneros en flor, los membrillos y ciruelos, las bandadas de patos en los lagos y los avestruces y ñandúes, corriendo su plumaje al viento como últimos guerreros de las planicies; que derrochan diferentes tonos de verdes.
Territorio nuestro pequeño e inmenso que va desde unas tierras coloradas en el norte al amarillo dorado del sur con su cadena de playas, con su bullicio y sus perfumados pinos.
Una ciudad con aire de Tango en cada esquina, y con un irreverente colage de colorines en sus tradiciones, en sus gustos en sus modas, donde amores y desamores bailan el eterno gris de las nostalgias, aún en el repicar ardiente de los tamboriles.
Dice la canción que " desde lejos se ve más claro" es probable, como es posible que la añoranza no tenga color, y que los dolores sean agridulces como las frutillas, buenos para alimentar el alma, la mente y el corazón.
Mi padre cantaba " mi España querida" desde el Uruguay; recordando su Asturias natal mientras organizaba sus espectáculos " Verbena" y " Romería" en el otrora teatro 18 de Julio y yo, mucho más humilde sin telones ni escenario intento hablarle desde estas palabras a " mi paisito querido" y brindarle un homenaje... desde España.
Marita García Moliné Peláez
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Estupendo artículo.
ResponderEliminarMuy bueno despierta recuerdos del Paysito
ResponderEliminarCarlos
Muy emotivo el texto!! Me tocó como hija de inmigrante en el paisito y como inmigrante ahora. Sin desperdicio!!
ResponderEliminarEli
Excelente!! Hermosas palabras, muy emotivo!!
ResponderEliminarLore
Una visión de un Uruguay, un poco lejano en el tiempo,que tal vez no se corresponde al de hoy, pero que evoca entrañables momentos vividos en el transcurso de nuestra infancia y juventud.
ResponderEliminarRespuesta de la autora; Son solamente sentimientos volcados hace tiempo al papel y ahora transcritos a esta página. Es el recuerdo de mi Uruguay de la infancia y adolescencia. Después, sabemos lo que llegó, arrasando con unas tradiciones y costumbres que pretendí reflejar aquí.No intento justificarme, mi intención es compartir experiencias que muchos de nosotros vivimos, y para bien!!!! Ojalá te sirva para rememorar tus momentos felices.
ResponderEliminarSi tienes algo para compartir , escríbelo, todo recuerdo nos enriquece el alma.
Una visión nostálgica y yo prefiero, quedarme con lovquebmirevslvfututu
ResponderEliminarCorrección: con lo que venga ahora. Apuesto por el futuro.
ResponderEliminarTotalmente respetable, pero precisamente mirando al futuro es que no debemos olvidar nuestro pasado, porqué todos tenemos raíces y de allí venimos y creo que es nuestro deber transmitir, las buenas costumbres que heredamos. Gracias, por tu comentario, es tan válido como el mio.
ResponderEliminarEl Uruguay de un pasado que fue el de muchos que aun lo añoramos. Todos tenemos un montón de recuerdos que a veces no queremos ver porque nos hacen lloralr.
ResponderEliminarSebastian Coll
Esta publicación me ha trasladado al pasado, a un luminoso tiempo de alegrías y juventud.
ResponderEliminarGracias.
Julia