Hace unos días, un compañero luego de recibir varias felicitaciones por su cumpleaños , decidió agradecerlas , publicando , imágenes antiguas de Uruguay, que me conmovieron, e hicieron revivir inolvidables y añejos momentos generados cuando mis pantalones apenas subían mis rodillas, usaba medias cortas blancas y zapatos de cuero comprados en Grimoldi la “ marca del medio punto “ convenientemente protegidos los días de lluvia por las respectivas "galochas ".
Con cierta frecuencia, mi madre, siempre que fuera un viernes ,( porque así yo disponía de todo el Sábado para hacer los deberes escolares ) ,y una vez que terminábamos de comer y luego que mi padre retornara a su trabajo, emprendíamos un paseo que no por repetido, siempre resultaba excitante y esperado.
Caminando por la calle Buenos Aires, por la vereda opuesta a la de las paradas de los ómnibus y luego de pasar la entrada al Correo cuyas empinadas y largas escaleras me producían cierto vértigo, pasábamos frente a la Farmacia de Don Albino, para llegar a la Tienda Inglesa primera parada obligatoria tanto antes como después de que inauguraran sus escaleras mecánicas que eran para mi un juego igual de divertido que los del Parque Rodó sobre todo porque podía superar el riguroso e inamovible límite máximo de tres boletos para todas las diversiones. Luego de pasear por las distintas secciones distribuidas en sus pisos, incluyendo la última en crearse donde estaban los comestibles , salíamos de la tienda rumbo a la Plaza Independencia .
A nuestra derecha quedaba el Teatro Solis, y las vallas que ponían delante en los carnavales , las que, por mi estatura , jamás me permitieron descubrir lo que había detrás de ellas y a la izquierda el llamado "pluriclasista " Tupi Namba .
Atravesábamos la Plaza, mirando las altas recovas que entre otros negocios cobijaban a la primera" La Pasiva" ( actual Torre Ejecutiva ) y llamada así por que fue el reducto donde se alojó el Batallón de Pasivos o jubilados ( Guerra Grande ) , y observando la parsimoniosa labor de los fotógrafos, en su mayoría extranjeros, con sus cámaras, cajón de madera , algunas pintadas, todas con unas mangas de género obscuro , apoyadas en sus trípodes . Mi edad no me permitía entender el gran misterio existente dentro de aquella caja que permitía al profesional de la fotografía obtener quien sabe como, una imagen y menos aun comprendía el motivo por el que se sacaba un liquido de una bandeja y la reponía con agua de las fuentes. Todo un misterio.
Pensando , caminaba levantando la vista para intentar llegar al último piso del gran Palacio Salvo, que me parecía un monstruo de cemento, y que lógicamente desconocía que era todo un ejemplo del art decó ecléctico montevideano.
Por la vereda del Sorocabana ( uno de los grandes sin olvidar el Montevideo, EL Tupi, el Sportman, el Brasilero y tantos mas ) nos desplazábamos por " Dieciocho " entre los caminantes, elegantemente vestidos, un verdadero retrato costumbrista de la época. La "cartelera" del Cine Colonial atraía la curiosidad de mi madre para saber si había alguna producción española,o sea, que nos deteníamos mas por la curiosidad de mi madre que la mía, ya que mi edad sólo permitía que asistiera a las exhibiciones de cine baby a las 10 am los días domingos, en el Iguazú o en el Chic Salón, el cine del barrio.
Algunos lugares conocidos me atrapaban,aunque no supiera el motivo que me impulsaba a detener la marcha de mi madre . El cine York, era uno de los casos, y no era por las películas que exhibía ni por la lúgubre y pequeña boletería situada al final del pasillo .Otro era la fachada del diario La Tribuna y mas adelante el Cine Rex, con su exuberante sala de espera y escaleras de mármol. En cambio la gran Tienda La Madrileña , era una preferida pero para mi " vieja " , por lo que era un hecho cierto pararnos frente a las vidrieras o incluso ingresar para ver las últimas novedades. Luego, llegábamos por fin, al punto final del paseo situado en “Dieciocho y Río Negro “.
Allí nos esperaba el London Paris y para mi cambiaba el mundo .No podré olvidar todo lo que se me presentaba a mis sentidos, comenzando por el edificio, sus vitrinas, el trato de quienes allí trabajaban, hasta el extremo, de que los días de lluvia, nos acompañaban con un paraguas para cruzar la esquina.
Una tienda que me confundía con sus bronces brillantes, sus adornos en hierro, sus Cajas, los mostradores y los amplios ascensores de hierro forjado , con las fragancias de la perfumería que estaba en la planta baja, damas a la izquierda , caballeros a la derecha ,y con la exposición de juguetes del quinto piso que me llamaba mucho mas la atención que la ropa para niños que también se vendía en la misma planta.
El paseo por el interior de la tienda, demandaba varias horas, y siempre se nos hacía tarde, por lo que nunca pude disfrutar en plenitud aquella maravillosa excursión , guiada por alguno de los mas de 1000 empleados que trabajaban uniformados y que siempre se dirigían al visitante con una sonrisa.
Pronto se hacían las seis ,y aunque generalmente mi Madre miraba mucho y compraba poco, salíamos casi corriendo en dirección a nuestro domicilio, haciendo el camino inverso a la ida.
A paso firme , y siempre respetando las indicaciones del " barita " en los cruces con , Rio Negro, Julio Herrera, Río Branco, Convención, Andes nos encontrábamos con tiendas como Angenscheidt , Caubarrere, el Bazar Mitre, en donde , distraíamos unos minutos contemplando las enormes y espectaculares vidrieras creadas artística y profesionalmente por quienes se incluían como " vidrieristas " de primera, de segunda o ayudantes, en los laudos del ramo " Comercio en General "
Dejando atrás la Plaza Independencia ingresábamos a la Ciudad Vieja por el" Boulevard" Sarandí , y casi enfrente a donde se editaba el Diario de la noche, me esperaba siempre mi otro gran sueño El Mundo de los Niños, una juguetería inmensa donde mis ojos y corazón parecían reventar de tantas cosas maravillosas que allí se presentaban y que sugerían mis gustos que mas adelante reflejarían los Reyes en su visita.
Pasábamos frente el Bazar Colón ,a cuyo interior nunca ingresé , quizás porque la exclusividad de su cristalería alemana y esculturas decorativas en alabastro le definían como un comercio exclusivo de la alta burguesía . A su lado el Club Uruguay , al que como en el caso anterior, jamás pude visitar Un edificio de dos plantas, donde impresionaba el hall con un enorme colgante en su centro , y una fachada con columnas jónicas en el primer piso y corintias en el segundo, aunque en aquel momento no supiera cuales eran unas y otras. Un poco mas adelante, "surgía " el Hotel Pirámides con sus tres pisos destinados en algunos casos a vivienda permanente de familias y otros al servicio puntual de alojamiento.
Dejábamos atrás, la Plaza Matriz y su Catedral.
Fracasado el intento de degustar las " húngaras " de la Vascongada a la ida , me preparaba para entrar en La Catedral de los Sandwiches o en el 487 que pertenecía al Bar Caballito Blanco, para llevarnos unos sandwiches especiales,los triolímpicos , que eran una artesanía gastronómica, hecha en el momento , por " especialistas del sabor "
Un poco mas adelante, y ya cuando casi era imperceptible el sonar del carrillón de la joyería Rossello , pasando el Telégrafo , llegábamos a nuestro destino.
Dejábamos atrás la " ex avenida " Sarandí, con los ómnibus y tranvías casi sin pasajeros ,que iban hacia su destino en la " Aduana " para cruzar Buenos Aires, por donde salían, todas las unidades del transporte colectivo con capacidad colmada y dejando en las paradas a numerosos trabajadores los que les obligaba a caminar hacia atrás para lograr tomar uno de los servicios que les llevara a sus domicilios.
Mi madre cansada de la caminata….., yo agotado por las ilusiones vividas.
A las 20 horas, todos, los días del año , con frío o calor , lluvia o noche de luna, el canilla cantaba así el final de la Jornada, “”””” Acción , El Plataa,y El Diariooooooo “””
Gracias compañero por el impulso que me diste para revivir aquellos momentos inolvidables , y como son varios adelanto el siguiente : El Barrio Guruyú.
Material gráfico: Archivos diario El pais en su mayor parte
Hermoso recuerdo de un gran valor testimonial, que seguramente compartimos muchos montevideanos.Imperdible todo lo que describes, desde los lugares, hasta las emociones que despiertan colores, olores, sabores... Acompañando ese " viaje" memorioso de un recorrido mas que conocido; seguramente cada uno de nosotros pueda agregar sus propias vivencias. Y hoy a mi, me vino el recuerdo, de que al entrar a la calle Sarandí,(a la vuelta del paseo con tu madre) a la derecha nos encontrábamos con un gran Bazar Brocqua y Sholberg,(perdón si el nombre está mal escrito), donde vendían desde cuadros, hasta bombones y era frecuente encontrarse allí con figuras como Juana de Ibarbourou, o algún otro personaje famoso, realizando sus comprar de regalos. Justo al lado estaba Pablo Ferrando, con sus enormes monturas luminosas en el aire.....
ResponderEliminarGracias por traernos a la menoria esa mágica llave que nos permitió abrir nuestra propia cajita de los recuerdos. Excelente!!!!
Me alegro de compartir una parte de mi niñez. Gracias
EliminarManuel
Gracias hermano por hacerme llorar de emoción
ResponderEliminarDesde Argentina Luis Requena
Luis; hemos vivido momentos difíciles , ahora compartimos recuerdos. Abrazos
EliminarMuy buena descripción de un paseo que resulta un sitio en común para muchos uruguayos. Trayecto tantas veces caminado. Comercios conocidos a través de los años. Lugares donde se vivieron hechos históricos, festejos populares y el camino obligado diario, de muchos que al venirnos del interior vivíamos en pensiones del centro de Montevideo. Como dice el tango "se me pianta un lagrimón".A mis 84 años puedo permitirme eso.
ResponderEliminarFrancisco U.Correa
Francisco: Gracias por tu comentario , seguro que nos encontraremos en el próximo recuerdo.
ResponderEliminarManuel
Excelente cronica, de una experiencia que nos hermana a muchos. Muy buena redacción. Felicidades!
ResponderEliminarJULIA KRAMER CROSA
Que bueno poder recordar imágenes aparcadas en un rincón de nuestra memoria.
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