Cines del Centro y del Barrio Ciudad Vieja












Hace algunos años, bastantes , ir al cine era una de las salidas mas esperadas, independientemente de la  edad del  asistente.


 Recuerdo ir con mi madre,  al cine Ariel ,( 18 de Julio entre Cuareim y Yi,  los domingos en función matutina,  que comenzaba a las 10 de la mañana y terminaba rigurosamente a las 12,  para ver obviamente  películas infantiles o como se le llamaba Cine Baby y en donde  no importaba la ubicación en la sala, aunque siempre había preferencia por el centro de la misma. 

Un poco mas crecido ( a partir del cuarto año del  curso escolar )  solía ir una vez al mes, a la matiné que se ofrecía en el cine del barrio,   a la que concurría siempre acompañado, aunque  solo hasta la puerta de la sala  ya que quien me llevaba consideraba  que tenia edad suficiente como para  comprar   la entrada en la boletería.
 El cine  estaba situado  en la calle 25 de Mayo entre Misiones y Treinta y Tres , el inolvidable Chic Salon, rebautizado con el nombre de Albeniz en su última etapa y  en  el  que se llegó a estrenar  una película ( la única ), acontecimiento que fue promocionado con  mucha  anticipación, provocando,   el dia del estreno y siguientes,  tal tumulto, que fue  necesaria la presencia de un funcionario policial de la Seccional 1a. para ordenar  la cola de inquietos ciudadanos   que ocupaban  dos cuadras y media  , los  que  agotaron las entradas , no solo las  de ese dia ,    y tanto  para  la función de la tarde como la nocturna.
 En esos años  aun no existía  el cine continuado , el que llegaría unos años después.   

Las películas llegaban a nuestro país para desarrollar una carrera descendente que comenzaba en los cines de estreno ( los del Centro ) y luego iban pasando hasta morir en  los barrios . En consecuencia la programación de las matinés a las que concurría   incluían generalmente    cuatro películas, las que  ya  estaban dando lo ultimo de su existencia, por lo que era muy frecuente que se "cortaran "  varias veces , momento que era aprovechado por los jóvenes asistentes ,  para silbar, gritar, tirar restos de bizcochos, o  de los refuerzos que nos preparaban para disrtraer nuestros estómagos..
La ubicación de la butaca,  era importante, por lo cual  concurría   a primera hora, y con bastante ancipaciòn a la apertura del Cine,  para intentar situarme lo mas cerca posible de la ultima fila. lugar ideal para evitar la agresión física , que generalmente sufrian los que tenían espectadores tras de si , ya fuera por las" sonoras  caricias "  o por constituir un blanco perfecto para los " chumbitos " previamente confeccionados.

Sobre las 18 horas, y  ya con la vista cansada y  dolor en los oídos producto de las sucesivas balaceras que se repetían sin cesar, llegaba el fin de la jornada, y cansados, saliamos de la sala, siendo  curioso ver a las madres y algún padre aglutinados  en la puerta de salida,  y otros a una distancia prudencial ,  esperando a los traviesos " gurises." 

La Ciudad Vieja tenia varias salas, alguna no recomendable para menores de 18 años ni para Señoras ni Señoritas, lo que llegó  a mi conocimiento  unos años después .  

La tercera etapa, comenzó  cuando mis " viejos "   resolvieron  regalarme los  primeros pantalones largos. Decidí festejar tal acontecimiento de la mejor forma posible : iría al cine , pero no a cualquiera sino a uno de los del Centro de Montevideo.  Estrené  pantalones y  una camisa blanca, que mi madre  salio a comprar con urgencia , concurriendo  a  la camisería Monje en la calle Sarandí esquina Ituzaingó  luego que  tramitara   el permiso en forma solemne al mediodía del domingo anterior.( el preaviso fue fundamental para obtener la autorización.) 

Llegado el gran dia ( Sábado ) y vestido con lo mejor que tenia, incluyendo mis últimos zapatos previamente  lustrados con pomeda negra Omega, una corbata de mi padre y un saco propio que era el que hacia juego con mis    pantalones cortos recientemente archivados ,   concurrí a una función en el  Radio City( Gutierrez Ruiz entre San José y Soriano ) y  aunque no recuerdo el nombre de la " cinta "  si lo que abone en ventanilla ( no se podía comprar por internet ) ,y que ascendió a   2.19 pesos uruguayos de aquella época lo cual afecto severamente el importe mensual que se me había asignado.
 Al  arribar ,   me encontré con una larga cola  para  comprar  la entrada, por lo que de inmediato me situé en el último lugar, lo que me permitió paso a paso llegar a la boletería,  luego de lo cual, y previa indicaciòn del  cajero me  situé  en otra fila esta la definitiva ,  para entrar a la  hermosa sala .
Mis sentidos estaban concentrados al máximo . Todo era una novedad , empezando   por mi indumentaria,y siguiendo por la extraña sensaciòn de  encontrarme rodeado  de personas de todas las edades, muy bien vestidas tanto ellas como ellos aunque seguramente  la cantidad y variedad de sus ropas  superaban ampliamente a las mias. ( únicas )

Al ingresar a la sala, atiné a buscar la primer butaca libre,como si estuviera jugando al juego de las sillas,   y me senté rápidamente en  una que estaba  al lado del pasillo a esperar  ansiosamente el  desarrollo de los  acontecimientos. 

 La primer sorpresa,  surgió , cuando , apareció  a mi espalda  caminando lentamente por el pasillo,  mirando a un lado y  a otro,   una persona perfectamente vestida con un uniforme impecable, cuyo pantalon tenia a sus costados una franja de color ocre y que portaba una bandeja con caramelos, dulces, pastillas, chocolates y otras delicias. La amplia bandeja, incluía ,  una pequeña  lampara ,lo que para mi constituía  todo un gran misterio , no solo por la lámpara  en si sino por aquellas delicias sobre cuyo precio no me animé ni siquiera a preguntar.

  Una vez que empezó a disminuir la potencia lumínica y se corrió un hermoso cortinado que parecía ser de terciopelo   comenzó  la proyecciòn de las sinopsis de los futuros estrenos luego de las cuales  se proyecto  un noticiero " Uruguay al dia " que me puso al tanto de novedades que desconocia y también debo reconocer que en su mayoría  no entendía.

 Luego si, comenzó la proyecciòn sin que se cortara ni una sola vez, lo que comenté repetidamente el lunes siguiente,  a  mis amigos y compañeros del Liceo Rodó.(Anexo, Rio Branco entre Colonia y Mercedes )

 La experiencia había sido brutal .tanto como  el detallado  informe  que realicé a mis " viejos "  esa misma noche que acostados me escuchaban con sonrisas casi permanentes. eso si , luego  de  quitarme  la  camisa y colgado en una percha  el pantalón  con esmero y cuidado de forma de dejarlo listo para  el próximo uso .

Esa noche aprendí que   " Por disposición municipal debe quitarse el sombrero en la sala."

Por estrictas razones económicas, demoré varios meses en volver a los cines del centro, ( denominadas Salas de Estreno ) y en su lugar  concurría a  los mas económicos para combatir mi afición.

Con esa condicionante,   asistí   frecuentemente al Cine Teatro Artigas, ( Andes y Colonia , actualmente playa de estacionamiento ) , una hermosa sala , en la  que se estrenaron mas de 200 películas  y en el que,  ademas de quien vendía las entradas, trabajaban  dos acomodadores, impecablemente uniformados,  con sus inseparables  linternas, quienes  buscaban la mejor ubicaciòn posible, a cambio de una propina  y de un programa impreso con los detalles de la oferta de la jornada.. 

Siempre en función de los " ahorros "  buscaba  la mejor elecciòn posible que  me llevó en algunos casos  al Mogador ( Andes entre 18 y San Jose ), York ( 18 y Rio Branco)  Colonial ( 18 entre Andes y Convenciòn )  entre otros.

En esas épocas,  la ubicaciòn preferida  era una " derivada primera " de  la compañía que tuviera  . Si era femenina , era obvio buscar la ultima fila y si concurría con mis amigos, elegíamos filas centrales. En todos los casos los acomodadores ya sabían por " experiencia " el mejor lugar.

Cuando fui adulto, volvi  en oportunidades a algún cine de barrio, en donde  la cómplice oscuridad  favorecía el intercambio   en forma muy rápida de   información y papeles con los compañeros de lista de la FEUU. 

Después,  la tv y los videoclub hicieron la pinza perfecta , para eliminar casi a los cines de mi querido Montevideo, aunque comenzó otra época, la de los microcines, algo a lo  que siempre me costó adaptarme, acostumbrado a las mas de 700 butacas de los de antes.

m.v.g.


                                         







10 comentarios:

  1. Muy bueno Manuel nos paseaste por los?cines del centro y yo recuerdo que mi primer cine del Centro fue el Metro que fui con companeros de Liceo Hector Miranda a ver Ben Hur y me impacto los banos de marmol rosado con las opalinas tambien me llamo mucho la atencion Yo vivia en el Brazo Oriental donde cerca de mi casa estaba el cine Larranaga donde el Pata Quener era el acomodador y ademas era jugador de basket del Aurinegro Los domingos de manana habia cine para ninos y habia un detesil que con las etiquetas entrabas gratis y mi madre era labandera y por eso tenia entradas gratis Que tiempo tan feliz!!!!
    ue

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    1. Gracias Celia !!! Tu comentario es un estímulo. Yo tambien fui al Metro con los compañeros del Liceo Rodo. Recuerdo que fue a una hora especial, a las 10 de la mañana. También me impactó el cine, su elegancia y el peliculón.

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  2. Un cine que siempre me impresionó fue El Coventry.La majestuosidad de sus cortinados, los espejos y butacas de terciopelo..... Es penoso cuando al pasar por su puerta sólo se aprecie la publicidad de un templo religioso.

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    1. Es cierto Unknown provoca tristeza y desolaciòn.

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  3. Tirando de la "manija" del baúl de los recuerdos me viene la memoria las "matines" del cine Centenario en la calle Justicia y Pagola. En la acera del frente habia una confitería, fiel complice de los adolescentes que en el entreacto bajabamos a buscar los bizcochos y refrescos que según el grado de aburrimiento de la función iban a parar a nuestros estómagos o a la cabeza de los infortunados de las butacas de la planta baja.

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    1. Gracias Unknown por tu aporte. Esas matines..... insuperables.

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  4. Los que tenemos más de: ta y tantos... recordamos con nostalgia las Marines de tres películas y aquellos cines llenos de glamour del centro. Aunque también en los barrios había cines muy rescatables; el Ocean, el Avenida, y otros que hoy son talleres mecánicos u otros emplazamientos, mucho menos culturales.
    Muy buena Crónica de la nostalgia por los cines de nuestra juventud.

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