De Tienda Inglesa al London Paris



Hace unos días,  un compañero luego de recibir varias felicitaciones por su cumpleaños , decidió agradecerlas ,  publicando ,   imágenes antiguas de Uruguay, que me conmovieron, e hicieron revivir inolvidables y añejos  momentos generados   cuando  mis pantalones apenas subían mis rodillas, usaba medias cortas blancas y zapatos de cuero  comprados en  Grimoldi la “ marca del medio punto “ convenientemente protegidos los días de lluvia por las respectivas "galochas ". 


Con cierta frecuencia, mi madre, siempre que fuera un viernes  ,( porque así yo disponía de todo el Sábado    para hacer los deberes escolares ) ,y una vez que  terminábamos de comer  y luego que mi padre retornara a su trabajo, emprendíamos  un paseo que no por repetido,  siempre    resultaba   excitante y esperado.

 Caminando por la calle Buenos Aires, por la vereda opuesta a la de  las paradas de los ómnibus y luego de pasar la entrada al Correo cuyas empinadas y largas escaleras me producían cierto vértigo, pasábamos frente  a la Farmacia de Don Albino, para llegar   a la Tienda Inglesa  primera parada obligatoria tanto antes como después de que inauguraran sus escaleras mecánicas que eran para mi  un juego igual de  divertido que los   del Parque Rodó  sobre todo porque podía superar el riguroso e inamovible  límite máximo de tres boletos para todas las diversiones. Luego de pasear por las distintas secciones distribuidas en sus pisos, incluyendo la última en crearse donde estaban  los comestibles , salíamos de la tienda rumbo a la Plaza Independencia .

A nuestra derecha quedaba el Teatro Solis, y las  vallas que  ponían delante en los carnavales ,  las que,  por mi estatura , jamás me permitieron  descubrir lo que había detrás de ellas  y a la izquierda el llamado  "pluriclasista " Tupi Namba .

Atravesábamos la Plaza, mirando las altas recovas que entre otros negocios cobijaban a la primera" La Pasiva" ( actual Torre Ejecutiva ) y llamada así por que fue el reducto donde se alojó el Batallón de Pasivos o jubilados ( Guerra Grande ) ,  y observando la parsimoniosa labor de los fotógrafos, en su mayoría extranjeros, con sus cámaras, cajón de madera ,  algunas pintadas, todas con unas mangas de género obscuro , apoyadas en sus trípodes . Mi edad no me permitía entender el gran misterio existente dentro de aquella caja  que permitía al profesional de la fotografía obtener quien sabe como, una imagen y menos aun comprendía el motivo por el que se sacaba  un liquido de una  bandeja y la reponía con agua de las fuentes. Todo un misterio.

Pensando , caminaba  levantando la vista para intentar llegar al último piso del gran Palacio Salvo, que  me parecía un monstruo de cemento, y que lógicamente  desconocía que era todo un ejemplo del art decó ecléctico montevideano.


Por la vereda del Sorocabana ( uno de los grandes sin olvidar el Montevideo, EL Tupi, el Sportman, el Brasilero y tantos mas ) nos desplazábamos  por " Dieciocho " entre los caminantes, elegantemente vestidos, un verdadero retrato costumbrista de la época. La "cartelera" del Cine Colonial atraía la curiosidad de mi madre para saber si había alguna producción española,o sea, que nos deteníamos  mas por la curiosidad de mi madre que la mía, ya que   mi edad sólo permitía que asistiera  a las exhibiciones de cine baby a las 10 am los días domingos,  en el  Iguazú o en el Chic Salón,  el cine  del barrio.  

Algunos lugares  conocidos me atrapaban,aunque no supiera el motivo que me impulsaba a detener   la marcha de mi madre . El cine York, era uno de los casos, y no era por las películas que exhibía  ni por la lúgubre y pequeña  boletería situada  al final del pasillo .Otro era la fachada  del diario La Tribuna y mas adelante  el Cine Rex, con su exuberante sala de espera y escaleras de mármol. En cambio   la gran Tienda La Madrileña , era una preferida pero para mi " vieja " , por lo que era un hecho cierto pararnos frente a las vidrieras o incluso ingresar para ver las últimas novedades. Luego, llegábamos por fin, al  punto final del paseo situado  en “Dieciocho y Río Negro “.

Allí nos esperaba el  London Paris  y para mi cambiaba el mundo .No podré olvidar  todo lo que se me presentaba a mis sentidos, comenzando por  el edificio,  sus vitrinas,  el trato de quienes allí trabajaban, hasta el extremo, de que  los días de lluvia, nos  acompañaban con un paraguas para cruzar la esquina.   

Una tienda que  me confundía con sus bronces brillantes, sus adornos en hierro, sus Cajas, los mostradores y los amplios ascensores de hierro forjado , con las fragancias de la perfumería que estaba en la planta baja, damas a la izquierda  , caballeros a la derecha ,y  con la exposición de juguetes del quinto piso que me llamaba mucho mas la atención que la ropa  para niños que  también  se vendía en la misma planta.

El paseo por el interior de la tienda,  demandaba varias horas, y siempre se nos hacía tarde, por lo que nunca pude disfrutar en plenitud aquella maravillosa excursión , guiada por alguno de los mas de 1000 empleados que trabajaban uniformados y  que  siempre  se dirigían al visitante con una sonrisa.


Pronto se hacían las seis ,y aunque generalmente mi Madre miraba mucho y compraba poco, salíamos casi corriendo en dirección a nuestro domicilio, haciendo el camino inverso a la ida. 

A paso firme , y siempre respetando las indicaciones del " barita " en los cruces con , Rio Negro, Julio Herrera, Río Branco, Convención, Andes nos encontrábamos con tiendas como Angenscheidt , Caubarrere, el Bazar Mitre, en donde , distraíamos unos minutos contemplando las enormes y espectaculares vidrieras creadas artística y profesionalmente por quienes se incluían como " vidrieristas " de primera, de segunda o ayudantes, en los laudos del ramo " Comercio en General "

Dejando atrás la Plaza Independencia ingresábamos a la Ciudad Vieja por el" Boulevard" Sarandí , y casi enfrente a donde se editaba el Diario de la noche, me esperaba siempre mi otro gran sueño El Mundo de los Niños, una juguetería inmensa donde mis ojos y corazón parecían reventar de tantas cosas maravillosas que allí se presentaban y que sugerían mis gustos que mas adelante reflejarían los Reyes en su visita.

Pasábamos frente el Bazar Colón ,a cuyo interior  nunca ingresé , quizás porque la exclusividad de su  cristalería alemana y  esculturas decorativas en alabastro le definían como  un comercio exclusivo de la alta burguesía . A su lado el Club Uruguay , al que como en el caso anterior, jamás pude visitar Un edificio de dos plantas, donde impresionaba el hall con un enorme colgante en su centro , y una fachada con columnas jónicas en el primer piso y corintias en el segundo, aunque en aquel momento no supiera cuales eran unas y otras. Un poco mas adelante, "surgía " el  Hotel Pirámides con sus tres pisos destinados en algunos casos a vivienda permanente de familias  y otros al servicio puntual de alojamiento. 
Dejábamos atrás, la Plaza Matriz y su Catedral.

Fracasado el intento de degustar las " húngaras " de  la Vascongada a la ida ,  me preparaba para entrar en La Catedral de los Sandwiches  o en el 487 que pertenecía al Bar Caballito Blanco, para llevarnos unos sandwiches especiales,los triolímpicos , que eran  una artesanía gastronómica, hecha en el momento , por " especialistas del sabor "

Un poco mas adelante, y ya cuando casi era imperceptible el sonar del carrillón de la joyería Rossello , pasando  el Telégrafo , llegábamos a nuestro destino.

Dejábamos atrás la " ex avenida " Sarandí, con los ómnibus y tranvías casi sin pasajeros ,que iban  hacia su destino en  la  " Aduana " para cruzar Buenos Aires, por donde salían,  todas las unidades del transporte colectivo con capacidad colmada y dejando en las paradas  a numerosos trabajadores los que les obligaba a caminar hacia atrás para lograr tomar uno de los servicios que les llevara a sus domicilios.

Mi madre cansada  de la caminata….., yo agotado por las ilusiones vividas. 

A las 20 horas, todos, los días del año , con frío o calor , lluvia o noche de luna, el canilla cantaba así  el final de la Jornada, “””””   Acción , El Plataa,y El Diariooooooo “””

Gracias  compañero por el impulso que me diste para revivir aquellos momentos inolvidables , y como son varios adelanto el siguiente : El Barrio Guruyú.

Material gráfico: Archivos diario El pais en su mayor parte
mvg

8 comentarios:

  1. Hermoso recuerdo de un gran valor testimonial, que seguramente compartimos muchos montevideanos.Imperdible todo lo que describes, desde los lugares, hasta las emociones que despiertan colores, olores, sabores... Acompañando ese " viaje" memorioso de un recorrido mas que conocido; seguramente cada uno de nosotros pueda agregar sus propias vivencias. Y hoy a mi, me vino el recuerdo, de que al entrar a la calle Sarandí,(a la vuelta del paseo con tu madre) a la derecha nos encontrábamos con un gran Bazar Brocqua y Sholberg,(perdón si el nombre está mal escrito), donde vendían desde cuadros, hasta bombones y era frecuente encontrarse allí con figuras como Juana de Ibarbourou, o algún otro personaje famoso, realizando sus comprar de regalos. Justo al lado estaba Pablo Ferrando, con sus enormes monturas luminosas en el aire.....
    Gracias por traernos a la menoria esa mágica llave que nos permitió abrir nuestra propia cajita de los recuerdos. Excelente!!!!

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    1. Me alegro de compartir una parte de mi niñez. Gracias

      Manuel

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  2. Gracias hermano por hacerme llorar de emoción
    Desde Argentina Luis Requena

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    1. Luis; hemos vivido momentos difíciles , ahora compartimos recuerdos. Abrazos

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  3. Muy buena descripción de un paseo que resulta un sitio en común para muchos uruguayos. Trayecto tantas veces caminado. Comercios conocidos a través de los años. Lugares donde se vivieron hechos históricos, festejos populares y el camino obligado diario, de muchos que al venirnos del interior vivíamos en pensiones del centro de Montevideo. Como dice el tango "se me pianta un lagrimón".A mis 84 años puedo permitirme eso.
    Francisco U.Correa

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  4. Francisco: Gracias por tu comentario , seguro que nos encontraremos en el próximo recuerdo.

    Manuel

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  5. Excelente cronica, de una experiencia que nos hermana a muchos. Muy buena redacción. Felicidades!
    JULIA KRAMER CROSA

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  6. Que bueno poder recordar imágenes aparcadas en un rincón de nuestra memoria.

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