8M. Recordando a Delmira Agustini











Delmira Agustini nació en Montevideo el 24 de octubre de 1886, en el seno de una familia burguesa dedicada a las artes, donde recibió clases de francés, pintura y música; aunque su verdadera pasión fue la poesía erótica.

 En su momento, criticada por la opinión pública y el entorno familiar, se convirtió en transgresora de los límites impuestos por una sociedad hipócrita, poco acostumbrada a tales licencias poéticas y fuera de las normas que dictaba la burguesía de la época.

Ya a los dieciséis años, contradiciendo voluntades familiares, escribía en el Periódico La Alborada. En
ocasiones firmaba con el pseudónimo Youyou y describía relatos de mujeres que sobresalían en la vida cultural.

 

Hermosa y femenina atraía con su inocente encanto.

Uno de sus libros más importantes, Los cálices vacíos, llamó la atención del poeta Rubén Darío quien la visitó en Montevideo, se convirtió en su amigo y más acérrimo admirador, vaticinándole incomparables éxitos que asombrarían al mundo de la cultura, la poesía y las letras.

En agosto de 1913 cuando tenía 27 años se casó con un comerciante llamado Enrique Job Reyes. Su matrimonio solo duró 53 días por problemas de convivencia e íntima incompatibilidad.

 Vuelta a la casa de sus padres, continuó carteándose con su amor secreto, el poeta Manuel Ugarte.

Su marido en pleno proceso de divorcio la citaba en ocasiones en el domicilio conyugal.

El 5 de junio de 1914 llegó el fallo de la disolución matrimonial, convirtiéndose en la primera mujer en divorciarse en Uruguay.

El 6 de julio de 1914, tan solo un mes después, Enrique Job, la cita en una habitación que había alquilado previamente, y allí, sin más, le disparó dos tiros en la cabeza y luego se suicidó.

Víctimas de un amor irracional, su ex marido no pudo soportar el desamor. Según amigos de Job, él la idolatraba. Tenía una habitación repleta de fotografías, libros y poesías de Delmira, pero no soportaba ni compartirla, ni perderla. No podía, ni quería perderla, fue su amor, su insana obsesión. A pesar de la ambivalencia del amor, lo prohibido, y lo permitido socialmente, no renunciaba a perderla. Truncó la joven y prometedora vida de una hermosa dama, de espíritu libre, sin temor de expresar con libertad sus sueños.

Le llamaban la niña virginal o la pitonisa de Eros y su obra “Los cálices vacíos”, marcó un escándalo mayúsculo por los poemas cargados de erotismo y por comentar sus experiencias. Coincidió su publicación con su casamiento, ruptura, desenlace, amor y desamor.

Vanguardista literaria, modernista y valiente defensora de los derechos individuales de las mujeres a través de sus escritos, pagó un alto precio por su independencia.

En el Día Internacional de la Mujer, nuestro sentido homenaje a una de las notables, una de las mejores poetisas y escritoras uruguayas, que se convirtió también, en una  víctima de violencia conyugal machista.

Imagen y Texto de Cristina Farías

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